¿Puede ayudar la arquitectura a las personas sin hogar?

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  • Nadie debería vivir en la calle, pero la falta de vivienda es un problema mundial. ¿Qué se puede hacer? Una exposición en Múnich busca respuestas.

Según estimaciones de las Naciones Unidas, 1.600 millones de personas en todo el mundo viven actualmente en viviendas inadecuadas o no tienen domicilio fijo. Solo en Alemania, las proyecciones indican que hay casi 50.000 personas sin hogar (de acuerdo con datos de en 2018).

Y la pandemia ha demostrado lo rápido que la gente puede caer en el desempleo. Sin tener una responsabilidad personal en ello, algunos acaban en la calle.

En la exposición «¿Quién es el siguiente?, los sin techo, la arquitectura y la ciudad», el Museo de Arquitectura de la Universidad Técnica de Múnich se centra en esta temática, que se ha convertido en un problema mundial y está obligando a los Gobiernos a actuar.

«La falta de vivienda es un problema mundial, pero con nuestra exposición queríamos entender con más precisión cómo se enfrenta cada ciudad a este reto», dice el curador Daniel Talesnik.

La exposición presenta los diferentes conceptos de megaciudades como Nueva York, Bombay, Santiago de Chile, Moscú o Tokio: mientras que en Chile el Estado combate la falta de vivienda con préstamos para alquileres en Moscú el problema se ignora por completo. Con películas documentales, series fotográficas y modelos de vivienda innovadores, los expositores quieren hacer reflexionar a la gente.

La falta de vivienda hace visible la brecha social

La falta de vivienda es un destino privado, a menudo resultado de la pérdida del empleo, de un trauma, del consumo de drogas o de una enfermedad mental. Hay diferentes razones, pero una cosa está clara: hace visibles los fallos de una sociedad. Es un testimonio de la desigualdad y la extrema división social.

La disminución del número de edificios de viviendas sociales, la liberalización del mercado de la vivienda —con la subida vertiginosa de los alquileres y del precio del suelo—, todo ello puede llevar a que la gente termine viviendo en plazas o bajo un puente, sin tener culpa alguna.

La crisis del coronavirus ha supuesto para las personas sin hogar un dramático empeoramiento de su ya precaria situación de vida, concluye la Asociación Federal de Asistencia a las Personas sin Hogar (BAG W), en Alemania.

¿Una consecuencia del capitalismo?

La escasez de vivienda no es un fenómeno del siglo XXI: Friedrich Engels escribió un ensayo «Sobre la cuestión de la vivienda» ya en 1872/73. En él, el teórico social analizaba la escasez estructural de viviendas en el capitalismo.

Para Engels, la cuestión de la vivienda no podía responderse con conceptos urbanísticos, sino con el cambio radical de las condiciones sociales. Pero el curador de la exposición de Múnich cree que la arquitectura podría aportar parte de la solución.

Aunque, obviamente, «no vemos la arquitectura como la salvadora o la única disciplina que puede resolver el problema. Sólo puede ayudar a aliviar la situación de la gente. Porque se trata de un problema social, más bien sistémico», reconoce Talesnik.

Según estimaciones de la ONU, unos 15 millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares cada año. Cada vez más, los jóvenes corren el riesgo de quedarse sin hogar.

Por estas razones, las Naciones Unidas adoptaron en febrero de 2020 la primera resolución sobre las personas sin hogar, en la que se pedía a los Gobiernos que adoptaran medidas rápidas y decisivas. Sobre el papel, la UE pretende acabar con las personas sin hogar para 2030.

Algunos políticos han reconocido el problema desde hace mucho tiempo y lo han incluido en su agenda. Así, por ejemplo, el alcalde de Londres, Sadiq Kahn, criticó hace tres años:

«Es una vergüenza que la gente esté muriendo en nuestro país como consecuencia de la falta de vivienda. El Gobierno debe dejar de ignorar las causas de la falta de vivienda e invertir urgentemente en los servicios que necesitamos para poner fin a esta fuente nacional de vergüenza.»

Especialmente países ricos como Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos deberían estar en capacidad de crear mejores estructuras para las personas y garantizar el derecho a la vivienda, que está consagrado en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Fuente: www.dw.com

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