- Una villa provenzal de los años setenta ha sido totalmente renovada por sus propietarios, Hans Dietvorst y Jochen Runkel, convirtiéndola en escenario del diseño vintage y de la fotografía en blanco y negro.
Entre el mar y las colinas de la Costa Azul se alza esta casa, bautizada como Villa Biot. La vida cotidiana aquí garantiza paz y tranquilidad, motivo por el que se establecieron Hans Dietvorst y Jochen Runkel después de terminar su carrera en el negocio de la moda internacional y dedicar su creatividad al diseño de interiores. Ambos hiceron la renovación completa de esta villa provenzal construida en los años setenta en la que han podido dejar su huella en términos de diseño.
La villa estaba bastante anticuada y el estado de mantenimiento no era óptimo, pero vieron potencial en el espacio: «La ventaja es que toda la casa tiene una distribución horizontal, de modo que el área privada y el ala de invitados están separadas, con el salón comedor realmente en el medio». Todas las áreas de estar dan a la piscina y a la amplia terraza soleada. El repertorio de mobiliario expresa su amor por el vintage, el diseño moderno y los clásicos, piezas que tienen fuerza, personalidad y han demostrado su valía en su atemporalidad.
Su colección de fotos en blanco y negro, el propio trabajo de Hans Dietvorst y las muchas imágenes de moda, arte y arquitectura en las paredes le proporcionan un enfoque de galería de arte y estudio, donde la estética transmite belleza.
Cuando encontraron esta casa, su arquitectura estaba algo anticuada y el estado del mantenimiento atrasado, pero aun así vieron potencial en ella. Tiene una ubicación privilegiada en una colina, lo que permite la privacidad cuando se está en el exterior.
En primer término, la lámpara Cesta, diseño de Miguel Milá para Santa & Cole. Banco vintage procedente de la tienda De Ridder Wonen en Amsterdam. En la pared, fotografías de Lucien Clergue, del libro Brasilia, y Zanele Muholi.
Sofá Charles, de Antonio Citterio para B&B Italia. A su lado, lámpara de pie de Serge Mouille. Sillón amarillo Egg, de Arne Jacobsen, editado por Firtz Hansen. Dos butacas Wilkhah, de Hartmut Lohmeyer. En la pared, colección de fotografías de los propietarios.
El encanto de la villa Biot después de su reforma y nuevo diseño interior radica en su amplitud, apertura y en la sensación de interacción espacial de líneas de división. Toda la casa tiene una distribución horizontal, de modo que el área privada y la de invitados están separadas con el salón en el medio.
Se eligió el suelo de travertino y estuco blanco para las paredes, lo que creó una especie de lienzo en blanco para que los muebles vintage, los de diseño actual y las fotos en blanco y negro destaquen con fuerza.
En cuanto a la atmósfera tonal, se ha elegido un amarillo brillante como acento de color.
En la terraza del dormitorio principal, una mesa con estructura metálica y sobre de teca y sillas de la firma Bernstein. En el rincón de la derecha, buutaca Swan con tapizado de piel, diseño de Jacobsen para Firtz Hansen.
Todos los detalles se unen: los distintos muebles y obras de arte y fotografías tienen la misma apariencia gráfica, por lo que se conectan visualmente entre sí.
La conexión con el exterior, las vistas del jardín mediterráneo, que también se ha diseñado de nuevo, el mobiliario vintage de ratán y la extraordinaria luminosidad de este dormitorio lo convierten en un espacio fresco y sereno.
Construida en 1972, la villa se orienta hacia el sur, con lo que goza del sol durante gran parte del día.
Los propetarios se enamoraron de los altos techos, bastante inusuales para la arquitectura de la época, sin las tradicionales vigas de madera.
La terraza más pequeña, comunicada con el dormitorio principal, es algo más íntima que otros espacios exteriores. La exuberante morera proporciona una agradable sombra durante el día, mientras que por la noche, a la luz de las velas, se crea una atmófera muy especial que invita a sentarse en las sillas provenzales.
Fuente: https://www.arquitecturaydiseno.es/