- Los edificios cuentan historias; nos delatan detalles del pasado de sus habitantes, su afán de conservación, las técnicas de construcción utilizadas… Revelan, en definitiva, el pasado, el presente y nos insinúan el futuro.
No hace falta ser arquitecto para apreciar edificios o aspectos urbanísticos. La arquitectura es una forma de arte que no requiere de un título avanzado para disfrutarla o amarla, por lo que al viajar se convierte con frecuencia en una excelente vía de entrada para conocer la cultura de una comunidad.
Y es que el aspecto y las características de las construcciones de cualquier urbe no son producto del azar, sino el resultado de la relación de la sociedad con su pasado y su entorno. Los edificios cuentan historias; nos delatan detalles del pasado de una localidad, el afán de restauración y conservación de sus habitantes, las técnicas de ingeniería y de construcción utilizadas… Revelan, en definitiva, su pasado, su presente y nos insinúan cómo puede ser su futuro.
Sea antigua o moderna, la arquitectura está presente en cualquier rincón de un pueblo y una ciudad. Diversa y apasionante, es sin lugar a dudas un buen argumento a la hora de elegir un destino. Entre miles, te presentamos algunas de nuestras urbes preferidas, pero, hay muchas más. Observarás que en la lista no figuran nombres como Barcelona, Tokio, Nueva York, Roma o San Petersburgo, por poner como ejemplo a algunas de las grandes. En ningún caso significa que no merezcan nuestra atención, sino que las reservamos para un futuro.
Brasil
Brasilia
El caso de Brasilia es especialmente destacable. La ciudad más joven del mundo -fue fundada en 1960- se construyó en un tiempo récord, apenas tres años y medio, por iniciativa del entonces presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek. El mandatario encargó la descomunal tarea a Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, urbanista y arquitecto, respectivamente, que se responsabilizaron de trasladar el centro de poder político de Río de Janeiro a un rincón árido y deshabitado de la región de Goiás.
El resultado fue Brasilia, una ciudad de edificios de líneas dinámicas en los que predominan materiales como el hormigón y el vidrio, repleta de los contrastes propios del futurismo que desde el cielo simula un avión. Combina edificios comerciales, residenciales y gubernamentales, entre los que destacan la catedral, el Congreso Nacional, la residencia del presidente y la oficina del fiscal general. En la actualidad ya cuenta con más de tres millones de habitantes y desde 1987 es patrimonio de la humanidad.
Estados Unidos
Chicago
El incendio que azotó Chicago en 1871 supuso un antes y un después para la ciudad, que vio como el centro -alrededor de 17.500 edificios- se reducía a cenizas. La desgracia se convirtió, sin embargo, en una gran oportunidad para los urbanistas, que aprovecharon la ocasión para lanzarse a la experimentación arquitectónica, con el uso de materiales como el hormigón armado o el acero y la incorporación de innovaciones técnicas como el ascensor.
Frank Lloyd Wrigh, Mies van der Rohe, Louis Sullivan o William Le Baron Jenney dejaron una profunda huella en una urbe que hoy continúa siendo todo un referente mundial. Fue este último quien diseñó el Home Insurance Building, considerado el primer rascacielos del mundo. Quines visiten la Ciudad de los Vientos no puede eludir un paseo en barco por el río Chicago, desde el que contemplar algunos de los edificios más icónicos, y acercarse hasta emblemas actuales como la torre Aquao, el Instituto Spertus, la puerta de las Nubes o la torre Sears.
Turquía
Estambul
Las influencias de las civilizaciones griega, romana, bizantina y otomana, establecidas en Estambul a lo largo de la historia, son todavía hoy muy presentes en la arquitectura de una ciudad que durante miles de años ha sido un centro de comercio, poder y cultura. Conocida en el pasado como Bizancio y Constantinopla, atesora un sinfín de monumentos, templos, palacios y torres.
Destaca por encima de las demás Santa Sofía, una antigua iglesia ortodoxa, convertida primero en mezquita y más tarde en museo. Construida en el siglo VI, sorprende por su descomunal cúpula bizantina, sus minaretes otomanos y su mosaico, al igual que la mezquita azul (o mezquita del sultán Ahmed), o el palacio de Topkapi, que fue en su día el corazón del imperio otomano.
China
Hong Kong
Su skyline es probablemente el más fotografiado tras Nueva York, algo que no nos sorprende si tenemos en cuenta que Hong Kong es la urbe del mundo con un mayor número de rascacielos -sobrepasa los mil trescientos- y posee un extraordinario listado de construcciones de más de 14 plantas -más de ocho mil-. La mayoría se concentran en Central, el distrito financiero en el que están establecidas las grandes corporaciones, junto a hoteles de lujo y grandes superficies comerciales. Las mejores vistas de esta ciudad incomparable las podemos disfrutar si nos acercarnos hasta la avenida de las Estrellas.
Como contrapunto, Hong Kong atesora todavía rincones que parecen rescatados de otra época. Templos, como el de Wong Tai Sin, en el que, según dicen, se hacen realidad los deseos; el monasterio Chi Lin, un auténtico oasis de paz entre la jungla de asfalto, o el jardín de Nam Lian son imprescindibles.
Grecia
Atenas
Atenas es un caso aparte. Poner un pie en la capital helénica es retroceder a la Grecia clásica, a una ciudad que, a pesar de los estragos provocados por el paso del tiempo, conserva edificios únicos y de un valor incalculable. La mayor parte de la arquitectura relevante que ha sobrevivido hasta nuestros días corresponde a los periodos clásico, helenístico y romano. Muchos de los edificios fueron construidos en madera, arcilla o adobe, por lo que apenas se conserva nada de ellos, a excepción de algunas plantas o cimientos.
Hoy concebimos los templos y otros inmuebles como piezas artísticas, pero los griegos no los consideraban una forma de arte por arte. Cualquier recorrido por la capital tiene paradas obligadas en el Partenón, en templos como el de Poseidón, el de Atenea o el de Zeus Olímpico, o la antigua Ágora.
Emiratos Árabes
Dubái
Acabamos con Dubái. La ciudad de los excesos por excelencia debería figurar sí o sí en la wish list de cualquier amante de la arquitectura. Y es que la urbe es algo parecido a un inmenso parque de atracciones a lo grande que tiene en la torre Jalifa -el edificio más gigantesco del mundo- la punta del iceberg. Los últimos quince años han supuesto para este antiguo pueblo de pescadores un crecimiento exponencial con el lujo como referencia y un «más difícil todavía» sin competencia en materia arquitectónica.
La lista de construcciones extraordinarias es interminable, con la Deep Dive Dubai, una ciudad sumergida en la piscina más profunda de la Tierra o, la Palm Fountain, que consta en el libro Guinness como la fuente más grande del mundo. No hay que olvidar tampoco el Burj Al Arab Jumeirah, la impresionante estructura de 321 metros en forma de vela construida en una isla artificial al sur de la capital, que alberga el hotel de siete estrellas más conocido del planeta, entre otras obras colosales. Aunque no lo creas, Dubái tiene callejuelas y casas de estilo árabe en el casco antiguo en las que es posible observar cómo se vive más allá de la opulencia reinante. Es sin duda un baño de realidad y todo un contraste y una tentación que el viajero no debería pasar por alto.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/