La Casa-Paraguas de Kazuo Shinohara se muda de Japón a Alemania

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  • El museo arquitectónico que es el Vitra Campus, de Weil am Rhein, contiene desde este verano un nuevo hito: la Umbrella-House que el maestro de Sejima e Ito, Kazuo Shinohara, levantó en Tokio en 1961

Kazuo Shinohara (1925-2006) ha sido, junto a Kenzo Tange (1913-2005), el gran maestro de la arquitectura japonesa moderna. Los rupturistas Toyo Ito y Kazuyo Sejima han reconocido su influencia. Y, curiosamente, ha sido desde el conocimiento y actualización de la tradición desde donde ha dejado huella en la modernidad.

Una de sus casas más conocidas, la Umbrella-House que levantó en el barrio de Nerima, a las afueras de Tokio, en 1961, ha sido completamente desmantelada, trasladada y reconstruida en el pueblo alemán de Wel am Rheim, donde la empresa Vitra tiene su particular colección de edificios. Entre esa arquitectura de colección figuran algunos inmuebles de nueva planta, como la Vitra-House de Herzog & de Meuron, el Museo de Frank Gehry, la Estación de Bomberos de Zaha Hadid ―reconvertida en espacio expositivo―, el Auditorio de Tadao Ando o el Centro Logístico de Kazuyo Sejima. Entre los inmuebles rescatados y reconstruidos hay también joyas como una cúpula de Bukminster Fuller de 1975 o una gasolinera de Jean Prouvé de 1953.

Así, el traslado de la Casa-Paraguas de Shinohara no sólo amplía la colección hacia la actualización de la tradición. También cuestiona, como toda la arquitectura tradicional japonesa, dónde reside la originalidad de un edificio: si en la obra en sí o en la idea de que puede repararse. Y repetirse. Esto, sin embargo, no es una repetición de la casa de planta cuadrada de 55 metros que Shinohara levantó en Nerima para alojar a una familia. Es su traslado, su reubicación.

¿Por qué esta casa tradicional y no una más antigua? ¿Qué la hace especial? La casa de Shinohara actualizó la tradición combinando recursos domésticos tradicionales: la organización en tatamis, la partición con puertas correderas, la sencillez de los materiales y la economía de los mismos con una cubierta piramidal propia de un templo. Así, la estructura de ciprés se eleva multiplicando la altura de la vivienda y, por lo tanto, el disfrute de sus habitantes. Y ampliando sus servicios. La vivienda recoge la zona de tatamis para dormir con un forjado parcial interior que, a su vez, proporciona espacio de almacén, al que se accede a través de una escalera móvil.

La lección de la Casa-Paraguas es por lo tanto triple. De un lado, la que se deriva de la economía, el orden y la mejor artesanía tradicional japonesa. De otro, la osadía de combinar referencias de dos fuentes diversas, la doméstica y la arquitectura de los templos, no como disquisición cultural, sino para mejorar la vida de quien habita la vivienda. Por último, esta arquitectura ofrece la oportunidad de trasladarse, de reubicarse, de reutilizarse y de servir en otro lugar demostrando que el servicio queda por encima de la obra. Toda una lección de arquitectura. Visitable. Y trasladable.

Fuente: https://elpais.com/

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